(Esta foto fue tomada en una de mis caminatas con Dios y para disfrutar de la naturaleza)
Esta foto fue tomada en una de mis caminatas con Dios.
Esta semana se ha sentido un poco abrumadora, y ni siquiera sé exactamente por qué. Quizá sean los síntomas de la perimenopausia que por fin están haciéndose notar (sí, ya estoy abrazando esta etapa de la vida, ¡jaja!), o tal vez algunas noticias sobre amigos queridos que duelen más de lo esperado porque los quiero muchísimo.
A veces la vida pesa. Las responsabilidades, los plazos, las noticias inesperadas y los retos pueden dejarme sin fuerzas. Y en medio de todo, es tan fácil olvidar el poder que tiene el descanso y, aún más, el poder de la gratitud. Lo sé… pero al mismo tiempo, es tan fácil olvidarlo porque la vida sigue, y las distracciones se meten en el camino.
Después de sentirme así de abrumada, en mis sesiones de coaching esta semana me recordaron que mi mente también necesita descanso. Esté o no esté en el ministerio, la vida sigue con sus propios desafíos. Parte de mi sabático es tener caminatas con Dios, así que me tomé un tiempo para caminar y simplemente estar en Su presencia, permitiendo que mi corazón y mi mente se alineen con Su descanso.
Daniel y yo hemos estado aprendiendo que descansar no solo es detenerse; es comprometerse con las cosas correctas.
Para mí, eso ha significado:
- Cuando estoy leyendo un libro, dejo intencionalmente mi teléfono en otra habitación para poder concentrarme, en vez de distraerme con mensajes o dejar que mi mente divague. ¿Te pasa a ti también? ¿O solo soy yo?
- En lugar de dejar que mis emociones se disparen por noticias o por miedo, salgo a caminar para disfrutar la belleza de la creación de Dios y simplemente estar en Su presencia, en vez de intentar arreglar todos los problemas.
- En vez de sentirme mal por mi peso, ahora hago al menos 20 minutos de ejercicio o baile para darle descanso a mis emociones y recordarme que estoy haciendo lo que puedo… ¡y ha valido la pena!
Sé que mi corazón está conectado al Suyo, pero en estos últimos años he estado aprendiendo a conectar mi mente, mi cuerpo y mi alma con Dios y reiniciar. Es en esos momentos de quietud y celebración con Él donde puedo reflexionar, recargarme y reconectarme con lo que realmente importa.
La gratitud ha estado creciendo mucho en mí últimamente. Aun en temporadas difíciles, cambia mi perspectiva. Me recuerda las bendiciones que podría pasar por alto: el ánimo de una amiga, un momento de risa, la belleza de un atardecer, o simplemente despertar a un nuevo día. Practicar la gratitud suaviza mi estrés, fortalece mi resistencia y trae paz a mi corazón.
Así que hoy, espero que esto te anime tanto como me animó a mí esta semana, tomar un momento para descansar, respirar profundo, sentarse en la presencia de Dios, dar gracias por lo que está presente, aunque no todo sea perfecto.
La vida es mucho más rica cuando descansamos en Él y mantenemos un corazón agradecido, incluso en medio del caos.